Somos criaturas del cantero, ciudadanos de la maceta. Parte de nuestra existencia transcurre junto a las plantas que cultivamos.
Nos pasamos la vida tratando de entender la modesta pero inagotable porción de suelo que nos toca. Por eso, cada vez que podemos, nos escapamos al patio.
No para huir de este mundo hostil, sino para entendernos con él, para pactar un orden provisorio con nuestra tierra dañada, prendidos a la persistencia de lo que empuja y crece.
Con Daiana Scaccia y Fabián Val, del equipo de Huertas de la Ciudad, ayer retomamos los encuentros huerteros del Prende, un proyecto que comenzó en pandemia y, desde entonces, nos sirve de sostén en cada momento difícil.