Pese a que primera vista una medida de este estilo implicaría una baja en la recaudación, existe un factor que puede cambiar la ecuación.
Podrán discrepar en muchas cosas, pero hay un tema en el cual Daniel Scioli y Mauricio Macri están de pleno acuerdo, al punto que han machacado con el asunto desde el inicio de su campaña: cuando asuma el próximo presidente, habrá una dramática caída en las retenciones a la exportación de los productos agrícolas.
La medida parte de un diagnóstico compartido: el campo está mal, y los productores son los primeros perjudicados por la pérdida de competitividad derivada del retraso cambiario.
Algunos lo ven como una forma indirecta de devaluar pero sin costos sociales, otros simplemente adscriben a la filosofía de que no deben nunca desestimularse las exportaciones, porque son un motor de la economía.
En cualquier caso, está claro que una de las políticas emblemáticas del kirchnerismo -que llevó en 2008 al duro y extenso conflicto de los productores sojeros contra «las retenciones del gobierno popular»- tendrá su propio fin de ciclo.
Y el convencimiento sobre lo pernicioso de las retenciones llega al punto de que en los equipos económicos de ambos candidatos están dispuestos a asumir el sacrificio fiscal de renunciar a un ingreso.
Lo cual es mucho decir, justo cuando el déficit orilla el 8% del PBI. A fin de cuentas, había sido la necesidad recaudatoria, y no otra cosa, lo que en su momento llevó al kirchnerismo a llevar al extremo su voluntad recaudatoria sobre los productores.
Aunque claro, hay un detalle que los candidatos no suelen contar: acaso ese supuesto sacrificio fiscal no termine siendo tal, como consecuencia del ingreso extra que aporte una devaluación.
Esto es así debido a que las retenciones se calculan en base al valor en pesos. Si bien la operación se lleva adelante en moneda extranjera, el resultado debe convertirse al tipo de cambio oficial para luego aplicar la alícuota correspondiente.
Es decir que, para determinar el verdadero impacto de la quita de los Derechos de Exportación en la caja del Estado, hay que tener en cuenta también el tamaño de la devaluación, ya que una gran devaluación podría llegar a compensar las pérdidas que se producirían por la eliminación de estos impuestos.
El verdadero efecto fiscal
Claro que no son dos propuestas iguales, sino que difieren en algunos aspectos. Por caso, el representante de la lista Cambiemos buscará reducir por año un 5% la alícuota que recae sobre la soja (que actualmente es del 35%) hasta que quede se elimine totalmente, al tiempo que le sacará la carga tributaria al resto de los productos del agro.
La apuesta de Scioli es un poco más brusca en el inicio, ya que bajaría un 10% la tasa que recae sobre el «yuyito». El cuanto los otros cereales, la iniciativa del candidato por el Frente para la Victoria no difiere de la de su contrincante.
Conocidas las propuestas cambiarias e impositivas de los dos candidatos, también se puede realizar una estimación de las consecuencias que tendrá llevar adelante cada una de ellas, teniendo en cuenta los datos que aportó el titular de la AFIP.
Estimaciones mediante, Ricardo Echegaray afirmó que durante 2015 el Gobierno obtendrá impuestos por unos $64.500 millones, de los cuáles $52.500 millones corresponden a la soja y $12.000 millones al resto de los productos.
De esta manera, eliminar la carga a todo lo que no sea soja implicaría en el plan de Scioli una baja directa de $12.000 millones. En tanto que la reducción en la alícuota mencionada (que sería del 10%) haría retraer otros $15.000 millones.
Sin embargo, como el gobernador de Buenos Aires espera tener una cotización del dólar aproximadamente en $10, eso haría que -por el efecto de la devaluación- el verdadero costo fiscal no sería de $27.000 millones, sino de poco más de $25.000 millones.
El efecto sería menor desde la perspectiva de Macri. Ocurre que el candidato de Cambiemos planea una devaluación que, al menos en las estimaciones que hace el mercado, llevará el dólar oficial a unos 13 pesos.
Eso, sumado a que la reducción inicial de la alícuota para la soja es menor a la que propone Scioli (5% en el primer año), hace que el costo fiscal de llevar adelante su iniciativa será, al menos desde lo teórico, de $6.000 millones.
A esto se puede agregar un dato adicional que cambiaría rotundamente la ecuación. Si se tiene en cuenta los dichos de Echegaray, habría por lo menos unos u$s7.000 millones «encanutados» en soja.
Es decir, que si todos los productores aprovecharan la devaluación que pronostican que llevarán adelante los economistas de Cambiemos, el Gobierno del PRO obtendría una friolera de $27.000 millones «extra», lo que convertiría ese déficit en un superávit de más de $20.000 millones.
Queda claro que los «encanutadores» no estarían tan dispuestos a desprenderse de su producción si Scioli mantiene su postura respecto al dólar. No obstante, si se realizara
Un «deslizamiento» cambiario y la divisa norteamericana llegara a $13, tampoco habría un costo, sino una ganancia de casi $2.000 millones.
Queda claro que, si bien a primera vista pensar en eliminar la carga tributaria sobre un sector puede provocar una caída en la recaudación, lo que determinará el verdadero resultado de la aplicación de esas políticas será la cotización del dólar oficial.
Los Derechos de Exportación, en baja
En los últimos años, el aporte que hicieron los Derechos de Exportación en la recaudación fueron cayendo, a punto tal que hoy en día representa apenas un 6% del total. Es decir, menos de la mitad de lo que fue en la «época dorada» del 2008.
Claro que las épocas eran distintas. En aquel momento la soja habían alcanzado una cotización que superaba los u$s600 y, en conjunto con el resto de los productos que se vendían al exterior, el boom exportador terminó aportando más del 13% de la recaudación.
Pero las cosas fueron cambiando. El valor del commodity fue decayendo y hoy está apenas un poco más de la mitad de aquella cifra. Y, pese a la devaluación, los Derechos de Exportación representan la «perla negra» de los anuncios de recaudación que realiza todos los meses la AFIP.
La relativa importancia que tiene en la actualidad las retenciones que se aplican a las ventas que se realizan al exterior es un factor que inclina a los economistas a pensar que no sería difícil terminar con este gravamen en el corto plazo. Al menos en lo que a productos agropecuarios se refiere.
Los números que manejan desde Economía & Regiones son bastante parecidos a los del Gobierno, ya que estiman que en 2015 las retenciones recaudarían unos $60.000 millones exclusivamente por el agro, que representarían apenas un 3,9% de la recaudación total y un1,1% del PBI.
Ese importe sería equivalente al 75% del total del rubro, ya que el resto corresponde a otras exportaciones (petróleo, minería y pescado). Ahora bien, según los números elaborados por la consultora, sólo $8.000 millones es el esfuerzo fiscal que representaría quitar el total de las retenciones (excepto, claro está, la de la soja).
Dicho de otra manera: no parecería ser un gravamen verdaderamente importante. Incluso, las comparaciones realizadas hablan por sí solas: el importe total que estiman que se recaudará en 2015 por los Derechos de Exportación equivale a 14 días de recaudación. Y si se exceptúala soja, esa cifra se reduciría a 2 días.
Y si se analiza el gasto público, el importe que obtiene la AFIP «alcanza para financiar solo un mes de prestaciones a la seguridad social, 3 meses de subsidios económicos, 4 meses de gasto en personal, 7 meses de obra pública y 7 meses de subsidios sociales».
Es por este motivo que los economistas de Economía & Regiones aclararon que «quitar el total de los derechos de exportaciones de las economías regionales ligadas al agro es una tareamucho más sencilla de lo que comúnmente se piensa».
Fuente: iprofesional.com