A pesar de las críticas inundaciones que afectan a las zonas rurales más productivas del país, el campo argentino sigue creciendo, y la tendencia se refleja en la venta de máquinas agrícolas. Son varios los datos que dan cuenta de ello. Por caso, en el primer semestre del año, la venta de cosechadoras, tractores, sembradoras e implementos alcanzó una facturación de $ 14.015 millones, un incremento del 91,4% respecto al primer semestre de 2016, según datos del Indec. Se comercializaron, en lo que va del año, 10.456 unidades. Se trata del semestre con mayor cantidad de ventas desde 2009, destacan desde el Ministerio de Agroindustria de la Nación.
Por otra parte, la producción de maquinaria también creció un 38,9% en los primeros ocho meses del año (se crearon 5.765 equipos), respecto a igual período del año pasado, de acuerdo a un informe de la consultora de Investigaciones Económicas Sectoriales (IES).
Vale la pena aclarar que la consolidación del mercado motorizó a muchas pymes del sector. Otras tantas, en su mayoría las que cuentan con planta de producción, todavía están a la espera de un impulso aún mayor, para alcanzar la rentabilidad esperada.
Las razones de la recomposición del mercado se reducen, principalmente, a las políticas de gobierno que impulsaron la producción agrícola en general, como la baja de retenciones, la unificación cambiaria y la eliminación de restricciones para exportar.
Medidas que también intensificaron el ingreso de máquinas importadas en buena cantidad, con alzas del 326%, 277% y 151% en venta de implementos, tractores y cosechadoras, respectivamente, durante el primer semestre, de acuerdo a cifras difundidas por el Indec.
Otros factores que inciden
Otro factor protagonista en el aumento de las ventas es la ampliación de líneas de financiamiento de los bancos, que ofrecen tasas y plazos accesibles. A ello se añade el alza en los precios de los servicios de contratistas, que conduce a los productores a comprar su propia maquinaria agrícola.
La recuperación del mercado motorizó así el crecimiento de cientos de pymes ligadas a la comercialización y a la producción de máquinas agrícolas. Una de las beneficiadas con este impulso es Achilli y Di Battista, una firma de Armstrong, Santa Fe, que produce y comercializa sembradoras desde 1978.
Un repaso por el panorama actual
«Luego de un 2015 que no cumplió con nuestras expectativas, el año pasado y, sobre todo este año, estamos muy conformes con nuestras ventas. El cese de retenciones en el trigo y el maíz nos demandó mucha maquinaria. Se sumó, también, lo crediticio: hay opciones muy convenientes y competitivas», resalta Jorge Molini, responsable del área de ventas de Achilli y Di Battista, que cuenta con una planta que produce 120 equipos al año y que emplea a 60 personas.
Meses antes de finalizar 2016, la empresa ya había vendido su capacidad de producción, y este año todo indica que sucederá lo mismo. «El próximo desafío es ampliar la capacidad de la planta industrial para mantenernos a la vanguardia tecnológica y penetrar más en el exigente mercado de la provincia de Buenos Aires», asegura Molini.
La tendencia también se refleja en las concesionarias, como Álvarez Maquinarias, una empresa familiar de Laboulaye, localidad del sur de Córdoba, con vasta experiencia en el rubro, que hoy es concesionaria oficial de tractores y cosechadoras New Holland. El mercado de la firma cordobesa abarca, principalmente, el sur de esa provincia, la zona de Villa Mercedes, en San Luis, y el noroeste de la provincia de Buenos Aires.
En lo que va del año, la empresa vendió 44 tractores y ocho cosechadoras, es decir, un 30% más que en todo 2016. «Los gestos del Gobierno han dado confianza y seguridad a toda la cadena comercial, tanto a los que dan crédito cómo a los que deciden tomarlos. El sector estuvo retrasado 10 años, y hoy nos estamos poniendo al día, trabajando con lo último en tecnología. Es el mejor momento del rubro en los últimos 15 años», resalta Germán Álvarez, gerente de Álvarez Maquinarias.
Asimismo, el boom del mercado estimuló la competencia entre los protagonistas. «Las reglas son, en general, para todos iguales. Cada uno es competitivo apelando a sus estrategias. La competencia siempre es positiva. Junto con las reformas que esperamos para el sector, va a colaborar para acomodarnos a los precios internacionales», asegura Álvarez, mientras resalta que en la Argentina los tractores cuestan el doble que en el exterior. ¿Sus planes? Trabajar mucho para fortalecerse en la zona y seguir expandiéndose, apunta el empresario.
Por precio (promedio de unos u$s 100 mil) así como también por versatilidad, en el segundo trimestre de este año, los tractores tuvieron la mayor participación en el mercado, al alcanzar el 35,9% de las ventas totales, con una facturación de $ 2976 millones. Por su parte, las cosechadoras alcanzaron el 28,4% ($ 2349 millones), los implementos, el 22,8% ($ 1886 millones de facturación), y las sembradoras participaron con $ 1065 millones de pesos, con el 12,9% restante, amplía el Indec.
Más camino por recorrer
Si bien el impulso en las ventas de maquinarias e implementos agrícolas es concreto, los costos fijos erosionan, cada vez más, la rentabilidad del negocio, sostienen en el sector. “Teniendo en cuenta lo que vendimos y los costos que debemos afrontar, no es tan grande la mejora. Se movió más, pero es un mercado que aún está a la espera. Los costos también se elevaron para los productores y la rentabilidad es cada vez más acotada. Hay un claro desfasaje entre lo que se gasta y lo que se gana. A un productor chico o mediano, le cuesta mucho adquirir maquinaria. Los números son muy finos”, opina Lucas Luchino, dueño de Luchino Maquinarias, en Río Cuarto, Córdoba, que comercializa cosechadoras y picadoras Claas, cabezales de maiceros Allochis y repuestos Don Roque y Vassalli.
En lo que va del año, la firma vendió 34 máquinas, un número con el que Luchino está conforme: «El negocio es regular en lo que respecta a rentabilidad. Sobre todo, en las cobranzas. Ahí es donde hay mayores problemas, por eso el riesgo es grande. Se vende mucho, pero se cobra de a poco; una máquina se cobra en tres o cuatro cosechas. Somos el último eslabón donde reacciona el pago», agrega el vendedor, que no tiene duda alguna de que el año que viene, y tras el resultado de las elecciones de medio término, el mercado repuntará aún más.
“La política hacia el campo cambió, pero no está lanzada, tiene muchos altibajos”, inicia Víctor Juri, dueño de una fábrica de producción y venta de sembradoras, fertilizadoras y tolvas en Carmen de Areco, en la provincia de Buenos Aires. “Las ventas mejoraron, pero a partir de un piso muy bajo. Se tomaron buenas medidas para las pymes, pero no estamos del todo bien. No se vende lo necesario porque al productor no le sobra nada», agrega Juri, quien emplea a 46 personas y lleva vendidas 28 máquinas en lo que va del año. De acuerdo a sus estimaciones, necesita alcanzar los 33 ítems “para salir hecho”.
“Los bancos ampliaron los créditos, pero el 25% de las operaciones anuales se caen por temas burocráticos. El día que a los bancos les convenga más prestarle dinero a los productores que ponerlo en las Lebacs, ahí realmente va a cambiar el escenario”, propone Juri, de 66 años, y con más de 40 años de experiencia en el rubro en cuestión. “Vemos que el Gobierno está preocupado en que mejoren las pymes, pero el acoso impositivo es tremendo. Necesitamos una reacción más dinámica, no podemos aguantar la macroeconomía”, comenta Juri, al tiempo que agrega: “Hoy, tener una pyme duele, en el bolsillo y en el alma”.
Si bien Juri se muestra preocupado por el panorama actual, al igual que otros referentes del ámbito, tiene la esperanza de que el boom del mercado de la maquinaria agrícola que se viene dando no solo se sostenga, sino que también llegue a todos.
Los principales clientes
En los últimos años, con mucho campo arrendado, la figura del contratista rural ha ganado protagonismo y su poder de compra de maquinaria agrícola alcanza al 60% de los equipos que se venden en el país, según la Bolsa de Comercio de Rosario. De esta manera, los contratistas son responsables de generar ingresos a la industria por alrededor de $ 8400 millones.
De acuerdo al Ministerio de Agroindustria de la Nación, los contratistas tienen a su cargo el 90% de la cosecha de los granos que se cultivan en el país y del 70% de las labores de siembra y de la aplicación de agroquímicos. El área trabajada por los contratistas en siembra y cosecha representa el 80% del total de la superficie; el 20% restante queda para los productores dueños de sus propias máquinas y equipos.
Fuente: El Cronista