“En el museo levantamos un INVERNADERO. No lo hicimos solos, sino en compañía de gente de otros barrios que también lleva adelante huertas comunitarias. Hincar la pala, cavar seis pozos y luego una zanja, medir una, dos, tres veces hasta estar seguros de que todo cuadra, para recién después clavar las estacas, doblar los caños en arco, tensar los tiros, desplegar el nylon y atornillarlo a la estructura. ¿Eso es todo? No, es apenas el comienzo”.
“Porque la idea fue aprender con el propósito de replicar este “macrotúnel” -así lo llaman los que saben-, en los demás espacios. Construir un invernadero busca darle forma a un gesto de abrigo, destinado no sólo a las plantas que cultivamos sino además a las vidas que en este lugar se sostienen a merced de las inclemencias del mundo”.
“Esta iniciativa fue posible gracias a Huertas de la Ciudad, proyecto del Municipio de Bahía Blanca del que forman parte vecinos huerteros de Grünbein, Piñeiro, Latino, 9 de noviembre, Zelarrayan, la Ilusión y Ferrowhite, en articulación con el programa PRO HUERTA del INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Gracias a todxs los que se acercaron el viernes. En especial, a Agustín Martinez Baccini, capacitador del INTA Tornquist”.