Con motivo de los 50 años de vida de la Capilla del Boulevard Juan B. Justo, Rosita Serrángeli de Ribot fue la protagonista central de la 271ª edición de IngenieroWhite.Com, emitida por La Brújula 24, elaborando una detallada reseña de la puesta a punto de un ámbito sumamente especial para los vecinos.
«Mi historia con el Boulevard empezó en 1949, cuando nos fuimos a vivir allí por el trabajo de mi papá, quien estaba en los galpones del ferrocarril. Como estábamos acostumbrados a la práctica religiosa, rápidamente palpamos que no había ningún lugar para desarrollar esas actividades», señaló.
«El Boulevard se empezó a movilizar espiritualmente cuando se pusieron en funcionamiento unos galpones ubicados sobre la bajada del puente, donde se daban los sacramentos y las misas, de la mano con la llegada de los misioneros redentoristas», amplió.
«Con ese entusiasmo, se hizo una colecta para comprar la virgen y se sumó la casa de Ana Bray, ubicada en calle Sisco, como otro espacio para que la gente pueda ir a rezar y agradecer. Se armó un lindo grupo de señoras y las cosas empezaron a avanzar», reconoció.
«En un primer lugar, se puso en valor una vivienda de calle Canning en la cual se instaló la sala de primeros auxilios, que también servía como guardería y para clases de catecismo. Y recién ahí, llegó el momento de la capilla, con el aporte de los hermanos Gatti y la planificación del ingeniero Compiano, quien era jefe de la usina», comentó Rosita.
«Mis hijos fueron bautizados y se tomaron la comunión allí. Por eso digo, que yo amo al Boulevard y lo quiero mucho. Buenas amistades, buenos vecinos», aseguró.
–Una historia especial
«Mi hermana Adelina sintió una vocación de ser misionera en el medio de toda esta historia y a los 20 años se fue del Boulevard. Estuvo un año en Buenos Aires y de ahí, a Bolivia. Fueron 42 años como misionera en aquel país, donde creó varias escuelas y vivió prácticamente toda su vida».