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Atilio Miglianelli

En homenaje a este singular personaje que ha iluminado la esencia de la población whitense. El vecino, el profesor, el amigo de la gente parte de nuestro pueblo simplemente…Atilio.

Ingeniero White de Ingeniero White
29/11/2014
en Personajes
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En homenaje a este singular personaje que ha iluminado la esencia de la población whitense. El vecino, el profesor, el amigo de la gente parte de nuestro pueblo simplemente…Atilio.

Mi nombre completo es Santiago Atilio Miglianelli, nacido en Ingeniero White en el aƱo 1933. Poca gente me conoce por mi primer nombre, para la gran mayorĆ­a soy ā€œAtilioā€. Tengo un hijo que vive en San Antonio y una hija que vive acĆ” al lado momentĆ”neamente, ya que se estĆ” haciendo su casita en la otra cuadra; ademĆ”s de cinco nietos hermosos. Mención especial para mi seƱora que me aguanta porque salgo, vengo, no paro nunca, me pongo a conversar con la gente…

– Si yo le menciono Ingeniero White, ĀæquĆ© es lo primero que se le representa?

— Para mi es un pueblo Ćŗnico, cuando me preguntan siempre digo ā€œvivo en el paĆ­s de Whiteā€.

– Vayamos a su infancia, ĀæcuĆ”les son los primeros recuerdos, las primeras imĆ”genes que tiene aquĆ­?

— Recuerdo que pasĆ© una niƱez con una pobreza tremenda, pero con una felicidad inmensa, porque me acuerdo que el que tenĆ­a puerta en su casa ya era millonario y nosotros tenĆ­amos puerta de bolsa. Entre todos los conventillos que vivĆ­, recuerdo que, en uno de ellos tres familias lo compartĆ­amos, me acuerdo lo inmenso que era el patio. PasĆ© un tiempo en uno ubicado en calle CĆ”rrega que subĆ­a la marea y tenĆ­amos que poner las camas arriba de los cajones de pescado porque el agua llegaba; pero la nobleza del mar es que el agua baja y sube, a diferencia de la inundación que arrasa sin miramientos. En los conventillos se daban situaciones bastante particulares, porque en cada uno de ellos habitĆ”bamos tres o cuatro familias que sumĆ”bamos alrededor de 30 personas; recuerdo que vivĆ­an italianos, como el caso de los Toscano, vivĆ­an criollos, era un mundillo aparte y muy respetuoso.

– Dentro de esos primeros aƱos donde las condiciones para subsistir no eran las ideales, empezó a recibir las primeras enseƱanzas de vida y a la vez conociendo gente, Āæcómo se adaptó a ese momento?

— A los 11 aƱos tuve que abandonar la escuela y salir a trabajar. Mi primer empleo fue de repartidor de carnicerĆ­as, una de ellas la de Pedro Zubini (que estaba fusionada con la de ā€œCholoā€ Pellegrini) y la de Luciani; ademĆ”s trabajĆ© como repartidor de hielo, cuando casi no habĆ­a heladeras elĆ©ctricas, las pocas que existĆ­an se las encontraba en algĆŗn que otro negocio pero incluso a la maƱana a Ć©stos se les llevaba tres o cuatro barras de hielo y a la tarde te pedĆ­an mĆ”s, ademĆ”s de repartir casa por casa y en el boulevard. TambiĆ©n fui lustrabotas, tarea que hacĆ­a en horario nocturno en los bares que tenĆ­an, para ese entonces, una tarima y arriba vitrolera y la gente te pedĆ­a tangos de Magat, Magaldi, Gardel, Ignacio Corsini, mĆ”s adelante Edmundo Rivero, entre otros.

– AdemĆ”s en esa Ć©poca a la que usted se refiere habĆ­a buenas voces locales

— Eran bĆ”rbaros, por nombrarte solo algunos, sĆ© que me voy a olvidar de otros, pero ā€œCachoā€ Crudelli, Boccanera, Antonio Ocampo, Cabezas, Flori Genovali, su hermano, todas muy buenas voces.

– ĀæHabĆ­a lugares especĆ­ficos para cantar?

— SĆ­, pero tambiĆ©n, por ejemplo, con Antonio MartinĆ­ Ć­bamos al Puerto y entonaba debajo de la bodega llena de humo, de trigo con su voz potente. Con Antonio trabajĆ© desde 1949 hasta 1954 en la empresa elĆ©ctrica. Es mĆ”s, cuando volvĆ­amos del cine, nos parĆ”bamos en la esquina de la cancha de Comercial, donde estĆ” el almacĆ©n de Alonso y cantĆ”bamos tango hasta las tres de la maƱana.

– ReciĆ©n mencionaba al Puerto y tengo entendido que para usted ese es un lugar donde ha transcurrido mucho tiempo de su vida

— Para mi era mi segunda casa. Iba al muelle Nacional a pescar a cualquier hora del dĆ­a y te puedo asegurar que sacabas, lo mismo que en el muelle de Hierro (al que le decĆ­an el triĆ”ngulo) donde se buscaban cornalitos; le ayudaba a los pescadores a descargar los cajones. MĆ”s adelante les proveĆ­a a las lanchas pesqueras de carne. Uno mismo se baƱaba en los balnearios, eso ahora, con los adelantos, fue desapareciendo.

– Otra de sus vocaciones es la actuación

— Te cuento una anĆ©cdota, vivĆ­a en un conventillo en la calle Plunkett a la vuelta de San MartĆ­n. CorrĆ­a el aƱo 1950, trabajaba en DEBA y salĆ­a a las 13 horas, almorzaba y rĆ”pidamente me iba a GalvĆ”n y cuando la marea estaba baja venĆ­a hasta lo que es actualmente el Club NĆ”utico, donde estaba la bomba de Comercial, cruzaba el barro e imaginaba que alguien podĆ­a estar filmĆ”ndome y la paradoja es que con el tiempo hago el desembarco de Cristóbal Colón en el aƱo 90 y en el 91, fue como una premonición.

– Mucha gente acĆ” lo identifica con eso

— Tal cual, dicen Atilio y lo asocian con Colón. TambiĆ©n me gritan PapĆ” Noel, cuando paso por la Escuela TĆ©cnica los chicos me gritan ā€œPopeyeā€ y la verdad que me gusta y enorgullece. Pero volviendo a los recuerdos, me acuerdo de los trenes, que los de segunda eran de madera y los de primera de cuerina, que, a la hora de pleamar venĆ­an hasta 18 vagones llenos de gente.

– ĀæHoy, en quĆ© anda Atilio?

— Estoy jubilado, voy al Club NĆ”utico en el que soy socio vitalicio, colaboro con el Museo de Ferrowhite. Siempre me gustó colaborar con las instituciones; fui presidente de la Escuela TĆ©cnica alrededor de siete aƱos, el primer presidente de la Escuela de Formación que estĆ” enfrente de la TĆ©cnica; organicĆ©, desde la Sociedad de Fomento, las primeras fiestas del Camarón y el Langostino; fui vicepresidente del Club Comercial, presidente de la Comisión de pileta y baƱero trabajando ad honorem porque para mi era una satisfacción.

– No le quedó mucho por hacer

— En ese sentido me considero un tipo de mucha suerte. Soy ā€œAtilioā€ gracias a las instituciones.

– ĀæEs cierto que tuvo la posibilidad de conocer a Julio Sosa?

— SĆ­, la madre de una chica a la que enseƱƩ a nadar. Resulta que esta mujer un dĆ­a me dice ā€œJulio Sosa es amigo mio, cuando venga a BahĆ­a va primero a la Fonoplatea de LU2 y despuĆ©s viene a casa que queda en Loma Paraguayaā€. Y asĆ­ fue, primero lo fui a ver a la Fonoplatea y despuĆ©s pude conversar con Ć©l en la casa de esta mujer, un tipo muy macanudo, campechano. Todo esto gracias a las instituciones y el reconocimiento de la gente de White.

– ĀæQuĆ© hubiese sido de usted si no hubiese nacido acĆ”?

— No serĆ­a nada, habrĆ­a pasado desapercibido por la vida. Le debo todo a White, tengo mucho afecto por la gente que vive acĆ”. Tengo un refrĆ”n para los que vivimos aquĆ­: ā€œdiscutĆ­s con un vecino y al rato le vas a pedir un trozo de pan y te da dosā€.

 

Te quiero dejar con una charla que se dio hace poco en el Club NĆ”utico, los muchachos discutĆ­an por quiĆ©n podĆ­a ser Ministro de EconomĆ­a y me piden la opinión: ā€œNo vayan muy lejos, pregĆŗntenle a Caserma, el padre nació con una canoa, despuĆ©s tuvo una lancha, fĆ­jense lo que tiene ahoraā€.

Nota: Esta entrevista fue realizada por nuestro amigo y periodista Leandro Carlos, Grecco a mediados del año 2007 para la publicación grÔfica Ingeniero White.com, discontinuada en el año 2009. El 1 de Diciembre de 2007 Atilio Miglianelli falleció y en Agosto de 2008 la revista con la nota incluida fue impresa y entregada en mano a su esposa Mari, recibiéndola con sorpresa y emoción.

Foto: Agradecimiento FERROWHITE.

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