El Saladero cuenta con una nueva plaza, un espacio que rápidamente se convirtió en punto de encuentro para chicos, chicas y adolescentes. Allí, cada tarde se llena de juegos, risas y movimiento.
Para la comunidad, este lugar representa mucho más que un espacio verde: simboliza libertad, identidad y pertenencia. Es un lugar donde se construyen lazos y donde el juego vuelve a ocupar el centro de la escena, entendido como un derecho, no un lujo.
En ese marco, desde el Centro Socioeducativo Comunitario Juana Azurduy se impulsaron talleres de arte que permitieron a las infancias expresarse, imaginar y crear. En los últimos días, los chicos y chicas salieron a recorrer el barrio para colocar los carteles que realizaron con mucho amor en el Socio, durante los talleres.
“La plaza es de todos y la cuidamos entre todos”, señalaron desde el Centro, con la firme convicción de seguir construyendo entornos donde los más chicos puedan crecer jugando, soñando y sintiéndose parte.