El sábado pasado, en la cocina del museo, se entregó a la comunidad de Ing. White la ley 15.516/24, que declara Fiesta Provincial a la celebración de San Silverio.
Una fiesta que condensa siglos de historia y a la vez multiplica pequeñísimos detalles: la inmigración en Argentina a principios de Siglo XX, la llegada de familias desde la isla italiana de Ponza con la devoción al santo de los pescadores, la continuidad de una celebración incluso más allá de su sentido religioso, como parte de la identidad cultural de toda la comunidad de Ing. White.
Durante el encuentro, se entregó un reconocimiento a esposas de pescadores. Es que las mujeres tuvieron un rol fundamental para que sea posible la primera procesión de San Silverio durante la década del 20. Pero también, porque visibilizar a las mujeres de pescadores habla de que es una práctica que no sólo involucra a quienes están en el agua.
En el Archivo Oral del museo se puede escuchar sus voces que hablan de lo difícil de los días de tormenta, de tejer medias de lana de oveja hilada a mano, incluso de mujeres que se embarcaban o de su rol en la administración de las ganancias.
Eso también es San Silvero: la certeza de que es imposible separar el agua de la tierra, como no se puede separar la pesca artesanal de los vínculos familiares y comunitarios. Y, por supuesto, que no podemos pensar la historia y el presente de un puerto argentino sin la comunidad que la hace día a día.