Treinta años no son sólo números: son tablas que crujen de memoria, butacas que guardan susurros, telones que han visto nacer risas y contener lágrimas. El Teatro Ingeniero White cumple tres décadas como espacio vivo: un refugio de cultura para generaciones, un escenario donde se han entrelazado comedias, tragedias, músicas, danzas, actos escolares y voces que no se cansaron de contar historias.
Este año, la furia de las inundaciones dejó heridas en sus muros y en su corazón, pero no logró borrar lo más importante: la huella de la gente. Hoy, en proceso de restauración, el teatro renace entre manos amigas, historias compartidas y la solidaridad de la comunidad que lo ama. Cada martillazo, cada pincelada, cada decisión técnica es un acto de cariño: devolverle a ese lugar su dignidad para que vuelva a ser taller, escuela, sala y hogar cultural.
A lo largo de estos treinta años por sus pasillos han pasado todo tipo de espectáculos —desde estrenos locales,presentaciones nacionales hasta ciclos íntimos, desde voces emergentes hasta compañías que volvieron como familia—, y siempre con la puerta abierta: el teatro no fue nunca un lujo cerrado, sino una plaza donde la ciudad se reconocía. Fue y es punto de encuentro, lugar de aprendizaje, semillero de artistas y espacio de encuentro ciudadano.
La restauración es también acto de memoria: reparar paredes es preservar historias. Y mientras se trabaja, la esperanza se siente en los ensayos que no cesan, en las reuniones de vecinos, en los proyectos comunitarios que planean futuro. El Teatro Ingeniero White demuestra que la cultura resiste: se reconstruye con sudor, con recuerdos y con la certeza de que la escena volverá a encenderse.
Que estas tres décadas sean celebradas no solo como un pasado brillante, sino como un compromiso para el mañana: cuidar el espacio, asistir a las funciones, traer a las nuevas generaciones y sostener la chispa creativa. Porque cuando el telón vuelva a levantarse, lo hará sobre un público que, más unido que nunca, aplaudirá la persistencia de un teatro que es, y seguirá siendo, el corazón cultural de Ingeniero White.





