Estos años aprendimos que no se puede pensar sólo en el carácter humano cuando se piensa en un equipo de trabajo.
Al nuestro, por ejemplo, en julio de 2019 llegó Tito.
Nos esperaba para abrir el museo cada mañana, participaba de todas nuestras reuniones, recibÃa visitantes, acompañaba a las bordadoras cada miércoles y a las Amigas del Museo cada domingo.
Hoy lo despedimos. Queda la certeza de que incluso una institución no puede hacerse al margen de esos vÃnculos de afecto que se traman y son parte fundamental de la vida.





