Sobre la mesa hay un ramito de caléndulas. Un insumo modesto para una tarea que tiene su maña. ¿De qué va la mano esta vez en el taller huertero?
De capturar la materia sutil de un aroma. De cortar con tijera, mezclar con aceite, macerar a baño maría, colar con can can y envasar en frasquitos (porque lo bueno viene en frasco chico, ya sabemos), para dejarnos ungir después por el bálsamo sedante, por esa gota que evita que rebalse el vaso, redimidos un momento por la fragancia de las plantas que sosiegan nuestro ánimo cuando los problemas abruman.
En cada encuentro del Prende se cultivan gestos de cuidado. Si querés sumarte, podés escribirnos a [email protected]. Gracias al equipo del Centro de Salud Leonor Capelli por la compañía de siempre.