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La lucha de los guardacostas argentinos contra los 400 buques extranjeros que depredan el mar

Ingeniero White de Ingeniero White
26/03/2019
en Puerto
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A bordo del guardacostas Derbes.- «Esta es nuestra tranquera marítima. Estamos acÔ para capturar todo barco extranjero que pase las 200 millas», dice en el puente de mando el Prefecto Principal CapitÔn Gustavo FernÔndez.

La flota de pesqueros resplandece como una ciudad suspendida sobre el agua en la vasta noche austral. Su luz enceguece. El radar del Guardacostas GC-28 Prefecto Derbes de la Prefectura Naval, en el que la nacion estuvo a bordo cuatro días, exhibe una isla flotante de 400 barcos, la mayoría buques poteros. El ruido de esas factorías ensordece y atrae la atención de las aves que, confundidas, sobrevuelan excitadas ese amanecer ficticio y cargado de olor a gas oil.

El solitario Derbes se posiciona en la milla 200, en la latitud sur 47, a la altura de Puerto Deseado, Santa Cruz, y frente a los barcos poteros de distintas nacionalidades que pugnan por entrar a la plataforma marítima argentina para llevarse miles de toneladas de calamar, merluza común y negra, langostino y mÔs de veinte especies. Los barcos, en su mayoría chinos, despliegan grandes brazos metÔlicos con potentes luces que atraen a los calamares, que son atrapados con las poteras, unos tubos con múltiples anzuelos.

La lucha es desigual: el Derbes es una de las cinco embarcaciones que patrullan el Ôrea de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, contra la acción depredadora de la flota extranjera. Esta operación la hacen en soledad contra hasta 400 pesqueros. Una flota que, según datos de la ONG internacional Healthy Oceans, crece un 5% cada año y es la segunda mayor concentración de barcos de pesca no regulada ni declarada del mundo.

Cada guardacostas navega sin escolta, turnÔndose en campañas que tienen una duración de 15 a 40 días, entre los 42° y 48° de latitud sur.

La marcha del Derbes es sutil, los dos motores de 1400 caballos de fuerza bajan sus revoluciones. Cada grado que el capitÔn ordena virar es calculado con estratégica decisión. La flota extranjera no debe poder anticipar los movimientos del guardacostas. Cerca de la medianoche, cuando la actividad es plena, el buque se posiciona frente a ellos y navega sobre la milla 200, haciendo realidad la frontera. Los poteros, pero también los buques arrastreros y palangreros navegan, desafiantes, a media milla del Guardacostas.

El buque Prefecto Derbes patrulla en el límite de la zona exclusiva de explotación pesquera
El buque Prefecto Derbes patrulla en el lĆ­mite de la zona exclusiva de explotación pesquera Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

Transgresiones

El recurso ictícola argentino es muy preciado por países como China, Corea del Sur, Rusia, España y en menor medida Estados Unidos, que envían sus flotas mercantes a pescar las diferentes especies en el límite con nuestra plataforma continental. Esta acción es riesgosa y muchas veces amenazante. En su afÔn por conseguir la mejor pesca, trasgreden la milla 200 y violan la Ley Federal de Pesca. «Aunque penetren un metro, nuestro trabajo es capturar al buque infractor que pesca en aguas nacionales y llevarlo al puerto mÔs cercano», resume FernÔndez.

El capitƔn Gustavo FernƔndez, en el momento en que el Derbes se posiciona frente a la flota extranjera
El capitĆ”n Gustavo FernĆ”ndez, en el momento en que el Derbes se posiciona frente a la flota extranjera Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk / Enviado Especial

El 14 de marzo de 2016, el Guardacostas Derbes no solo capturó sino que hundió un buque chino, el Lu Yan Yuan Yu. «Hubo que rescatar a sus tripulantes desde el agua, tuvimos la suerte de hacerlo y también un maletín con documentación. Y pudimos reconocer al capitÔn», afirma Alejandro Girard, primer oficial.

El rada del Guardacostas Derbes
El rada del Guardacostas Derbes Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

La persecución y luego hundimiento del buque arrastrero chino se prolongó por un día y medio. «Vimos que estaba pescando en la milla 197, hicimos 322 llamados pero nunca nos contestó, se hizo a la fuga», afirma Girard. El protocolo de procedimiento se basa en ubicar al blanco en el radar, identificarlo y detenerlo. Usan el canal 16, y la comunicación es en castellano y en inglés, el idioma internacional del mar. En el Derbes, al igual que en los demÔs guardacostas, existe un grupo de cuatro soldados del escuadrón Albatros, quienes abordan con fusiles automÔticos FAL el buque capturado.

Si el barco infractor no detiene sus motores, entonces el próximo paso es hacer señales luminosas y sonoras. Si se da a la fuga, se efectúan disparos invalidantes, como por ejemplo a las antenas de radar y GPS. «Uno de nuestros objetivos es salvaguardar los recursos económicos del país», dice Girard.

El solitario Derbes se posiciona en la milla 200, a la altura de Puerto Deseado, Santa Cruz, y frente a los barcos poteros de distintas nacionalidades que pugnan por entrar a la plataforma marĆ­tima argentina para llevarse miles de toneladas de pescado
El solitario Derbes se posiciona en la milla 200, a la altura de Puerto Deseado, Santa Cruz, y frente a los barcos poteros de distintas nacionalidades que pugnan por entrar a la plataforma marĆ­tima argentina para llevarse miles de toneladas de pescadoFuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

Fuentes de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de la Nación afirmaron que no estÔ estimado cuÔnto pierde la Argentina por la depredación ilegal. La Argentina les vende a unos 100 países el 90% de lo que produce. El año pasado la mejora interanual fue de 8,7% y se marcó un récord de operaciones. ¿El producto estrella? El langostino.

Ciudad flotante

Una vista aƩrea de los pesqueros en plena actividad
Una vista aƩrea de los pesqueros en plena actividad

Siguiendo gigantescos cardúmenes de calamares (de la especie Illex argentinus), la flota de buques poteros estÔ habitada por un promedio de 14.000 marineros que permanecen allí durante seis u ocho meses (algunos todo el año). Viven en barcos en donde la vida diaria es muy dura. Healthy Oceans habla de abuso sexual, esclavitud y hasta asesinatos dentro de estos buques, que suelen reabastecerse en el puerto de Montevideo. «Es el segundo puerto mÔs visitado por barcos de pesca sospechada como ilegal», dice Milko Schvartzman, coordinador dentro de esta organización.

La lucha es desigual: el Derbes es una de las cinco embarcaciones que patrullan el Ôrea de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, contra la acción depredadora de la flota extranjera
La lucha es desigual: el Derbes es una de las cinco embarcaciones que patrullan el Ć”rea de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina, contra la acción depredadora de la flota extranjera Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

La ZEE es la superficie que se extiende desde las líneas de base de la costa hasta la milla 200. Cada milla nÔutica equivale a 1852 metros. Por lo tanto, el Mar Argentino penetra casi 400 kilómetros desde su orilla. Dentro de ella pueden pescar solo barcos con bandera nacional. Los extranjeros tienen permitido hacer paso inocente, es decir, sin pescar. Algunas de las especies mÔs buscadas, como el calamar, viene subiendo el AtlÔntico desde las Islas Malvinas, en busca de aguas mÔs cÔlidas en nuestra plataforma.

El patrullaje es una operación que hacen en soledad contra hasta 400 pesqueros
El patrullaje es una operación que hacen en soledad contra hasta 400 pesqueros Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

«Sabemos cuÔndo partimos pero nunca cuÔndo volvemos», confiesa al abordar el Guardacostas Derbes el oficial Juan José Ayala, que llega desde Bella Vista, Buenos Aires. El lugar de zarpada es en Puerto Madryn. Por espacio de 15 días, 41 tripulantes deberÔn convivir en un barco de 69 metros de eslora (largo) por 10,5 metros de manga (ancho). Cargan 65.000 litros de agua potable y 290.000 de gas oil, navegando sobre aguas que no podrían asegurar la supervivencia de un ser humano mÔs de cuatro minutos. El barco siempre lleva víveres para estar ocho días en alta mar. Es por si se pierde la comunicación con tierra.

El radar muestra la posición de los buques extranjeros
El radar muestra la posición de los buques extranjeros Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk / Enviado Especial

La vida en el barco se resume a pequeñas caminatas sobre cubierta, la sobremesa en la CÔmara de Oficiales, donde un mantel antideslizante intenta mantener las botellas erguidas, y las charlas en el puente, el punto de encuentro. Las olas, de mÔs de dos metros, obligan a hacer equilibrio y condicionan la alimentación. «Si el clima lo permite hago sopa», aclara Pablo Mamani, el cocinero, que fue timonel y ante el pase de retiro del encargado de las ollas, debió hacerse cargo de esa tarea. «Después de una tormenta, hacemos guiso para levantar el Ônimo», dice. La cocina es el único recurso que se tiene para ubicar los días en el almanaque: los sÔbados a la noche hay pizza y los domingos, asado. El clima, como siempre es el que determina todo.

En el horizonte se observan las luces de los buques pesqueros
En el horizonte se observan las luces de los buques pesqueros Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

«Extraño mucho a mi familia, pero elegí estar acÔ porque siento que estoy sirviendo a mi país», aclara Lina Gauna. Es radio operadora, nacida en Formosa y una de las dos mujeres que forman parte de la tripulación. «Es una experiencia muy buena para una mujer, los compañeros se adaptan a nuestra presencia», dice.

En el horizonte se observan las luces de los buques pesqueros
En el horizonte se observan las luces de los buques pesqueros Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

DetrÔs de los cardúmenes

El Derbes tiene una velocidad crucero de 10 nudos (cada nudo equivale a 1,852 km/h), por lo que le lleva un día de navegación ir hasta las 200 millas. Desde aquí, gracias a su sistema de radar, podrÔ saber con certeza dónde estÔ la «ciudad flotante».

En el trayecto una solitaria ballena franca austral pasa por babor, levantando una columna de agua. TambiƩn es Ʃpoca de orcas, que ingresan al Golfo Nuevo. Las gaviotas sobrevuelan la cubierta durante todo el patrullaje. Las olas, sometidas al viento austral, rolan el barco (lo mueven de babor a estribor). Caminar sin agarrarse de paredes y barandas es imposible.

Al Derbes le lleva un día de navegación llegar desde la costa hasta las 200 millas
Al Derbes le lleva un dĆ­a de navegación llegar desde la costa hasta las 200 millas Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk / Enviado Especial

La ciudad flotante se mueve siguiendo los cardúmenes entre la latitud sur 42 hasta la 48 (desde Península Valdés hasta Puerto Deseado). Para llegar hasta ella hay que hacer una derrota de 260 millas nÔuticas. «Mi labor es estar atento las 24 horas», afirma el Jefe de Operaciones Raúl Kloster, a cargo de mantener actualizadas las cartas de navegación.

El guardacostas tiene un sistema denominado MIRA (Monitoreo e identificación de Radar AIS) que barre 50 millas con una señal que logra traducir todos los AIS (Sistema de Identificación AutomÔtica) de los barcos que estÔn navegando. Este código criptogrÔfico muestra en pantalla la información completa de los buques (nacionalidad, puerto de destino, origen, etc.). Muchos de los barcos pesqueros apagan esta señal y entonces el radar los toma sólo como un blanco. Este oficial es quien también se encarga de hacer la derrota (recorrido) del barco. Las profundidades son errÔticas y cruciales. La plataforma marítima argentina tiene un promedio de 150 metros. MÔs allÔ de las 200 millas, los sensores marcan hasta 4100 metros de profundidad.

La proa del buque que patrulla el Mar Argentino
La proa del buque que patrulla el Mar Argentino Fuente: LA NACION – CrĆ©dito: Ricardo Pristupluk

«Por donde pasan los poteros, barren con todo», asegura Nelson Guerrero, inspector de pesca y único civil a bordo. La tensión y el silencio en el puente son absolutos, la mirada estÔ puesta en la pantalla del radar. «Esta frontera es desconocida para los argentinos, se respeta gracias a nuestra presencia acÔ -sintetiza el capitÔn-. El mar es un medio hostil, pero sentimos orgullo de hacer este trabajo».

Fuente: La Nación


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