La frase corresponde a un veterano empresario portuario y sirve para graficar el proceso seguido por la estación marĆtima local, durante los Ćŗltimos 30 aƱos, frente al embate de fuerzas e exógenos.
Si bien la lucha del puerto local frente al poder central puede remontarse a fines del siglo XIX, es en los últimos 30 años donde se doblegaron los esfuerzos por limitar a White al único rol de puerto cerealero.
Ya a comienzos de los aƱos ’80 el denominado ComitĆ© de Defensa de Puerto de BahĆa Blanca venĆa reclamando ante las autoridades provinciales y un criterio de equidad para todos los puertos y que se autorizara a Ingeniero White a operar como pesquero, con buques factorĆa.
De esta manera se buscaba que esos pesqueros dejaran de operar con permisos precarios que debĆan renovarse anualmente ante la secretarĆa de de Intereses MarĆtimos.
Pero no sólo nada de esto sucedió, sino que desde la Nación se intimó a las pesqueras que trabajaban acÔ a trasladarse hacia la Patagonia.
Incluso mientras Ingeniero White no comenzó a recibir buques pesqueros por complicaciones administrativas (documentación, prĆ”ctica, permisos de pesca), Mar del seguĆa abarrotada de este tipo de buques.
Poco antes del Ć©xodo de la pesca, dejando cientos de m2 de congeladores vacĆos, se produjo la debacle de la fruta.
Fue en 1981 y de un plumazo –en realidad de los reembolsos del 10% a los puertos patagónicos–, las exportaciones de fruta por el puerto local sufrieron un golpe mortal.
De nada sirvieron los ocho millones de peras y manzanas exportados ese aƱo a Europa, ni los recursos humanos formados ni las instalaciones de frĆo construidas.
Cuando se habla de las dificultades afrontadas no hay que dejar de mencionar que durante largos años el puerto local permaneció largas temporadas sin un relevamiento.
Mientras dragas y equipos se destinaban a otras estaciones marĆtimas, aquĆ seguĆan operando los buques de mayor calado porque BahĆa siguió siendo el puerto de mayor profundidad.
Incluso debió soportar los intentos del Estado Nacional con miras a construir un puerto de aguas profundas en Punta Médanos (1977-78) y ahora en Punta Indio, el primero abortado y el segundo postergado para mediano o largo plazo.
Si bien en la dĆ©cada del ’60 se realizó un dragado que permitió llevar el canal principal a 40 pies (12,19 metros), luego vinieron aƱos de sequĆa sólo interrumpidos en 1989, cuando el gobierno nacional aceptó llevar el canal a 45 pies (13,71 metros) y un costo de 200 millones de dólares.
Esta excepcional obra de la ingenierĆa abrió un panorama de enorme potencialidad al convertirlo en el principal puerto de ultramar argentino, por su profundidad y excelente vinculación vial y ferroviaria con los centros de producción y consumo.
Hoy el puerto volvió a sufrir los embates de los reembolsos a los puertos patagónicos y los planteos de inconstitucionalidad realizados ante la Justicia Federal aún esperan una definición favorable.
De todas maneras, contra viento y marea, la estación marĆtima local ya habĆa comenzado varios aƱos antes, sobre todo con la creación del Consorcio de Gestión, en 1993, el duro camino de lograr nuevas cargas, buscando no quedar limitado a un rol cerealero, sobre todo como sitio de completamiento de los buques que bajan cargados desde el ParanĆ”.
AsĆ surgieron, por ejemplo, el muelle multipropósito y la nueva posta de inflamables en Puerto GalvĆ”n, la instalación de los regasificadores en el muelle de CompaƱĆa Mega, el desarrollo del sitio 5 de GalvĆ”n para el trĆ”fico de equipos destinados primero a Vale y luego al megayacimiento de Vaca Muerta.
Si bien la caĆda del proyecto de Vale fue un golpe muy fuerte, el anĆ”lisis del movimiento de cargas muestra que los puertos locales lograron una diversificación significativa en materia de cargas, aunque claro, aĆŗn resta mucho por hacer.
AllĆ se advierte claramente que las toneladas de quĆmicos e inflamables son casi las mismas que las de cereales despachados (5.243.453 contra 5.635.176, respectivamente, en 2015), mientras que las cargas generales, con 1.244.442 toneladas, tambiĆ©n tuvieron un volumen importante.
Dejando de lado los granos subproductos y aceites, y los productos inflamables y petroquĆmicos, por los muelles locales, sobre todo por el sitio 21, pasa una extensa variedad de productos.
La lista se compone bÔsicamente de los siguientes productos: urea, bentonita, PVC, polietileno, jugos, limón, alfalfa, harinas, legumbres, ladrillos, etc. (Por AdriÔn Luciani; La Nueva)