La Noche llega en un colectivo de Via 51. Viene con una criatura en brazos. Con un tío, un cuñado, una suegra que no conocían, que nunca estuvieron, que no imaginaban que había un museo acá.
La Noche sopla desde el mar y agita una bandera que dice «Nadie es una isla».
La Noche, en mitad de la noche, pide más leña y hay que salir corriendo a conseguir para que los choripanes no paren de marchar.
La Noche es una noche de copas que juntas forman la Fuente Laboral.
La misma Noche que le enseñó sus trucos al Mago Ghalo, brilla en los bronces de la Orquesta Escuela, gira en las bandejas del Dj Pipofishher y trajina con los trencitos que Facu pone a rodar.
Y así como vino, la Noche sigue su camino, pero con un plantín en una mano, una locomotora de lata en la otra y una remera del Castillo que le queda como pintada, talle extra large. Saluden a la Noche de los Museos que se va.
Gracias a todas y todos los que nos acompañaron el último sábado. En especial a aquellos que lo hicieron dando una mano de este lado del mostrador: a Fabiana, Natacha, Norita, las dos Adrianas, Fany, Lily, Patri, Leandro, Leo, Seba, Miguelina, las dos Paolas, Carla, Abi, Fede, Martin, Graciela, Flor, Omar, Analía, Gaby, Romi, Mauri, Karina del Mosconi; a Esteban, Juan, Quique y los compañeros del Instituto; a Faustina, Massi y el colectivo Isla Invisible; a la Orquesta Escuela de Bahía Blanca, Huertas de la Ciudad, la Cooperativa Obrera, Lucía Velaustegui, los Bomberos Voluntarios de Ing. White y el Centro Comunitario Maradonianos del Sur. Dicen que en Instagram no hay que escribir párrafos largos, pero bué.





