Cada 29 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Prevención del Accidente Cerebrovascular (ACV), una fecha clave para generar conciencia sobre una enfermedad que ya no afecta solo a los adultos mayores. Los especialistas advierten que el estrés, la mala alimentación y el sedentarismoestán detrás del aumento sostenido de casos en personas jóvenes.
Según un estudio publicado en The Lancet, la incidencia de ACV en menores de 55 años creció de forma constante en los últimos años, y se proyecta que para 2050 la mortalidad mundial aumentará un 50 %, alcanzando las 9,7 millones de muertes.
Históricamente vinculado con la vejez, el ACV ahora impacta con fuerza en la población activa. «Entre los principales factores que contribuyen a esta tendencia en jóvenes se encuentran el estrés crónico, la mala alimentación, el consumo de alcohol y otras sustancias, así como problemas cardiovasculares congénitos», explicó el Dr. Pablo Díaz, especialista en Neurología y Terapia Intensiva del CMC San Juan de Boreal Salud (MP 2711).
La prevención y la detección temprana: claves para evitar secuelas
El neurólogo detalló que los ACV se presentan principalmente en dos tipos: isquémicos, causados por obstrucciones en las arterias cerebrales, y hemorrágicos, producidos por la ruptura de vasos sanguíneos. Aunque ambos pueden generar secuelas graves, la detección temprana es decisiva para evitar discapacidades permanentes.
Los síntomas de alarma incluyen debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo, dificultad para hablar o comprender, pérdida de visión, falta de coordinación o dolor de cabeza intenso. Ante cualquiera de estas señales, los médicos insisten en acudir de inmediato a un centro de salud.
La atención temprana es solo el primer paso. La rehabilitación integral, que combina fisioterapia, terapia del lenguaje y acompañamiento psicológico, resulta clave para recuperar funciones y mejorar la calidad de vida. Sin embargo, la falta de acceso a estos servicios genera desigualdades que afectan especialmente a los sectores más vulnerables.
En paralelo, la tecnología médica avanza como herramienta de prevención: existen aplicaciones móviles que ayudan a detectar síntomas en tiempo real, dispositivos para el control de la presión arterial y campañas digitales que promueven hábitos saludables entre los jóvenes, un grupo que todavía no se percibe como «de riesgo».
«Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio, controlar el estrés y evitar el consumo de alcohol son medidas simples pero efectivas para reducir la posibilidad de sufrir un ACV», remarcaron desde Boreal Salud. «Educar a la población sobre los síntomas y la prevención puede salvar miles de vidas cada año».
Fuente: El Cronista





