MƔs blancos que la espuma
amontonados como nieve
se dan un baƱo de rocĆo y a las seis de la maƱana
(hora local)
florecen los jazmines
eternoĀ esĀ suĀ perfume
(el poetaĀ interrumpe el poemaĀ y riega)
Leemos el poema de Juan Lima. Al terminar, Aaron revuelve con urgencia sus fotocopias para ver si el poema estĆ” ahĆ. āAh, no. Me confundĆ con este otro porque tambiĆ©n dice āespumaāā. Y parece que su boca se transforma en āespumaā cuando pronuncia esa palabra.
Leemos poesĆa y leemos cuentos con los chicos del taller literario. Nos reunimos cada jueves en la Biblioteca Mariano Moreno.
Sacan imĆ”genes al azar de una bolsa. QuedarĆ”n pegadas en el pizarrón, una al lado de la otra. Es un jueves para armar un cuento grupal a partir de esas imĆ”genes. Liz logra confundirnos a todos al detenerse en una de ellas. Aparece una persona fotografiada desde un Ć”ngulo superior. La cabeza ha quedado fuera de la toma. āPuede ser un hombre o una mujer porque esa cartera, esas piernas y la ropa podrĆan ser usados por los dosā ācomenta con Ć©nfasis. Hasta ese momento, todos habĆamos visto allĆ sólo a una mujer.
En el taller, hacemos juegos de lectura en voz alta. Albano toma el pequeño texto y se prepara. Tenemos que leerlo como si estuviéramos borrachos y, luego, en el preciso momento de estar durmiéndonos. Gran intérprete, cuando Albano consigue superar la risa y la tentación, nos arranca carcajadas al descubrirlo como un verdadero borracho.
Aunque nos resulte verdaderamente difĆcil, tratamos de escucharnos cada jueves y ver quĆ© hacemos con tantas opiniones distintas que van surgiendo con lo que leemos, tantas y tan distintas como lo es cada participante del grupo. Grecia, Mariano, Camila, Luciana, Facundo, Iara, Candela, Rodrigo, Dayra, SofĆa (a Ulises lo extraƱamos).
En el grupo, tenemos algunas enamoradas. Las puede tomar un estado de suspensión que les impide reunir el aire necesario para pronunciar palabras y entonces permanecen calladas. O bien, de pronto, pueden querer contar todo, TODO, sobre las Ćŗltimas novedades relacionadas con los chicos que les gustan. Pronto vamos a leer āHistoria de un amor exageradoā, escrito por Graciela Montes. TambiĆ©n vamos a inventar y a escribir nuestras propias adivinanzas. Ya nos estuvimos rompiendo la cabeza con Ć©sta:
Yo soy un reloj de arena, una parte del cual, que todavĆa estĆ” en un reloj de arena mĆ”s grande, va a desprenderse progresivamente de Ć©ste y a separarse de toda unión con Ć©l. Soy opaco, rojizo y de consistencia elĆ”stica. La arena encarnada que contengo cae en sentido opuesto por lo menos cada segundo. Estoy destinado a funcionar, por tĆ©rmino medio, unas docenas de aƱos.
(niƱo al nacer)
Claudia Rosujovsky, coordinadora del taller.